Un siglo a posteriori de que se descubriera la tumba de Tutankamón, se produjo otro hallazgo fantástico en la enterramientos de Saqqara, a unos 30km al sur de El Cairo. Investigadores alemanes y egipcios encontraron un antiguo taller de momificación de momias. Se trataba del primero -y de momento único- descubierto de ningún modo. En él había 121 vasijas con restos de ungüentos utilizados para preservar los cuerpos y momificarlos. Los recipientes, adicionalmente, estaban etiquetados con el nombre de las sustancias que contenían e incluían instrucciones sobre cómo usarlos.
Tras analizar muestras obtenidas de 31 de esas vasijas, científicos de las universidades alemanas de Tubinga y de Múnich, adjunto con el Centro Franquista de Investigación de El Cairo, han podido identificar las recetas precisas, así como nuevos ingredientes, empleadas en el Antiguo Egipto para momificar y momificar a sus muertos.
En un trabajo publicado en Nature, los investigadores constatan que los embalsamadores aplicaban combinaciones distintas de esas sustancias, desde resinas a aceites vegetales, grasas animales o fragancias, en función de cada parte del cuerpo. Muchas procedían de regiones alejadas, como el próximo Oriente e incluso el sudeste oriental, lo que sugiere, según los autores del estudio, que los antiguos egipcios ya habían establecido rutas comerciales para abastecerse de los productos que necesitaban para este proceso de preservación.
“Las vasijas estaban tan acertadamente preservadas que hemos podido acechar qué sustancias usaban, cómo las mezclaban y cocinaban para obtener el producto final que luego aplicaban”, explicó en rueda de prensa Maxine Rageot, avezado en arqueología biomolecular de la Universidad de Múnich y coautor del trabajo.
“Uno de los descubrimientos más sorprendentes -prosiguió Philipp Stockhammer, coautor del estudio- son las resinas tropicales, probablemente procedentes del Sudeste oriental, puesto que eso implica que la industria del momificación impulsaba rutas comerciales y que los especialistas que trabajaban en los talleres conocían muy acertadamente las sustancias que usaban”.
Recetas con instrucciones detalladas
Hasta el momento, el conocimiento que se tenía acerca de cómo los antiguos egipcios preparaban los cuerpos para momificarlos procedía de la humanidades antigua y de estudio de muestras tomadas de momias. Y aunque así se habían podido identificar algunas sustancias, no se acababa de comprender acertadamente cómo realizaban este complicado y desprendido proceso, que podía montar a durar hasta 70 días.
En este sentido, los investigadores han analizado los residuos químicos presentes en 31 vasijas de las 121 recuperadas de un taller de momificación emplazado en Saqqara y que fue descubierto en 2016, así como cuatro muestras más procedentes de la cámara funeraria.
Las vasijas, de unos 3000 primaveras de decrepitud y datadas de la 26ª Dinastía egipcia, tienen textos inscritos con las instrucciones para usar los ungüentos que contenían, como “poner en la inicio”, o “vendar con esta sustancia”. Todavía el nombre de los productos. Así, por ejemplo, han identificado hasta tres mezclas distintas a partir de resina de elemí, de pistacho y de enebro o ciprés, así como cera de abejas, que empleaban para momificar la inicio; y otras combinaciones usadas para colar el cuerpo o suavizar la piel.
“Sorprende el conocimiento químico que tenían”, aseguró Stockhammer. “La piel es uno de los tejidos que antiguamente se corrompe y ellos sabían perfectamente qué tenían que utilizar y empleaban sustancias antifúngicas, antibacterianas y antisépticas para preservarla lo más posible”, añadió.
Rutas comerciales para la momificación
Muchas de las sustancias identificadas, como la resina de pistacho, ya se habían opuesto en estudios previos en muestras de momias. En cambio, han hallado por primera vez restos de damar y de elemí, especies vegetales que solo crecen en entornos tropicales, de ahí que los investigadores apunten al Sudeste oriental. Una hipótesis que para el profesor de química de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) y egiptólogo, Javier Giménez es más que plausible, puesto que los egipcios ya habían establecido rutas comerciales para obtener otros materiales. “Desde el año 3000 aC ya importaban desde Afganistán lazulita y obsidiana desde Etiopía”, explica a La Vanguardia.
Todavía se ha opuesto ripio, probablemente procedente del Naciente mediterráneo, aunque solo en las muestras de la cámara funeraria, por lo que los investigadores apuntan que podría haberse usado solo durante los ritos finales y no al inicio del momificación.
Curiosamente, al comparar las mezclas identificadas a partir del estudio biomolecular de residuos con las etiquetas, los investigadores han conocido que había traducciones habituales que no eran correctas, como mirra o incienso; en este taller han hallado que los recipientes etiquetados con esta palabra contienen una mezcla de aceites perfumado o de ripio con grasas animales.
Solo para la realeza
Este tipo de momificaciones, destaca Giménez, se reservaban para la gran aristocracia egipcia, seguramente faraones y las personas más importantes de la corte. La inmensa mayoría de individuos no se sometían a estos procesos, largos y costosos, sino que “se enterraban en el desierto y la arena ya absorbía el agua, lo que evitaba la aparición de los microorganismos que causan la putrefacción, y llevaba a lugar un proceso de momificación natural”.
Al final, resume el profesor de la UPC, lo que perseguían los egipcios con este proceso era conservar el cuerpo. Creían que al caducar, la persona perdía la fuerza trascendental o Ka y solo podía renacer si esa fuerza trascendental volvía a unirse al cuerpo. Y para que eso pasara, tenía que reconocerlo, por eso tenía que ser igual a cuando la persona vivía.
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