Muchos pisos y algunos sótanos en la narrativa en castellano

Con su Barri Gòtic inventado por burgueses soñadores, su Arc del Triomf que no hace relato a ningún triunfo y su ensanche chino sin chinos, Barcelona es una ciudad que emerge de sus propias fantasías. Muchos son los escritores que la han retratado y que la han soñado, como Carlos Ruiz Zafón, que nos dejó en el 2020. Desde entonces, la observación es menos estilizada y laberíntica que la de Zafón, de un realismo más espinoso.

Revancha (Logotipo, 2021) es una novelística de Kiko Amat que pincho y echa chispas. Una Barcelona llena de aristas y rencores donde los protagonistas son violentos y tienen todas las brújulas rotas. Son skinheads, se conocieron en el Gol Sur del Camp Nou y su vida no ha dejado de rodar, pero con destino a el averno.

Que en Barcelona todo está a punto de explotar nos lo recuerda Sergi Doria, vigilante de la memoria periodística y literaria de Barcelona, en Ayer de que nos olviden (Destino, 2021). Arranca en la Barceloneta de 1875, donde el estallido del vapor Express , cargado de bombas y municiones, ensorda hasta las campanas de la Iglesia de Sant Miquel. La trama nos llevará cien abriles a posteriori a la Barcelona que se asoma con estupor y destape a la asesinato de Franco cuando aparecen los diarios de determinado que explica lo sucedido en la ataque del carguero un siglo detrás.







⁄ Irrumpe literariamente la capital periférica, con sus bares y su clientela de obreros y taxistas y sus barrios de masa donde no llegaba el agua corriente

En esta ciudad que los turistas adoran, al menos hasta que les birlan la cartera en el medida, nadie regala carencia. En Simón (Blackie Books, 2020) Miqui Otero nos pasea por los diferentes ambientes de una ciudad con muchos pisos y algunos sótanos. Simón se cría en el bar de sus padres y sus tíos, emigrantes gallegos, con una clientela de obreros y taxistas. Su promoción social es una huida con destino a delante. Lo veremos irrumpir en la Barcelona de la cocina de fusión con sus recetas menesterosas y mostrarnos, en paralelo a su vida, el auge de la ciudad en 1992 y la caída con la crisis mundial del 2008.

En Love Song (Salamandra, 2022) Carlos Zanón, autor de novelas duras escritas con infinita ternura, hace que nos conduzca de nuevo Sandino, el protagonista de Taxi . Es el chófer que lleva a tres músicos puristas en cuestiones de droga y música en una viaje cuesta debajo por campings y locales de costa bullangueros. Es su novelística menos barcelonesa, pero aún y así empieza y casi acaba en esa Barcelona que ama y que le escuece: “Ochocientos euros. Un aguamanil pequeño. Un balconcito. Barcelona/Disneylandia”.

Albert Lladó se graduó en Filosofía, pero tiene mucha calle. La que le ha cedido el periodismo y el ser de Ciutat Meridiana, ensanche periférico alejado del cogollo de la ciudad, como contaba en La travesía de las anguilas. En Malpaís (Galaxia Gutenberg, 2022), el emplazamiento de la obra es en el centro de la ciudad, pero de alguna guisa vuelve a ser periferia: una periferia en el centro porque la obra se desarrolla en una casa okupada. De periferia sabe un rato extenso Víctor del Árbol, que creció en el ensanche de masa de Torre Baró y desde allí, sin agua corriente en las casas, Ciutat Meridiana en la horizonte les parecía Manhattan. Lo cuenta con su potencia dramática en la sobrecogedora novelística El hijo del padre (Destino, 2021).







⁄ En esta ciudad que los turistas adoran, hasta que les birlan la cartera en el medida, nadie regala carencia, los precios suben y las clases sociales se perpetúan

Barcelona es muchas Barcelonas. Es la ciudad de la migración y las periferias, pero además la ciudad burguesa. Pilar Eyre en Cuando éramos ayer (Planeta, 2022) nos sitúa en el epicentro de la elegancia de final de los 60: el hotel Ritz. Aunque en su historia, que nos lleva hasta las puertas de la Barcelona olímpica, los ricos además lloran y el bienquerencia derriba todas las barreras sociales. Milena Busquets es una escritora de ensanche, aunque su ensanche es Sarrià-Sant Gervasi, donde en los edificios todavía hay entradas para el servicio. En Gema (Logotipo, 2021) la indigencia de aprehender el reminiscencia que se escurre de una compañera de clase que murió en la adolescencia nos hace movernos en un mundo de mujeres acomodadas e independientes. Un retrato todavía más enérgico de esa Barcelona de hacia lo alto lo traza en Las palabras justas (Logotipo, 2022), un diario narrado con ese desenfadado encanto de su escritura.

No podíamos cerrar este rápido tour por la Barcelona literaria sin nombrar al patrón de la costado. Eduardo Mendoza se ha hato a pulso el título: debutó con La verdad del Caso Savolta contando la agitada Barcelona de los 1910 y 45 abriles a posteriori publicaba el suspensión de su trilogía de Rufo Batalla, Transbordo a Moscú (Seix Barral, 2021). Hay apuntes sobre la preparación olímpica aunque aquí Barcelona es menos protagonista, la observación es más genérico (y melancólica) a los acontecimientos sucedidos en España y el mundo entre 1970 y 1990. Sin secuestro, la boda de Rufo Batalla con una muchacha de la burguesía le permite trazar con esa ironía mendoziana, tan elegante como demoledora, un preciso retrato de las desigualdades sociales de casa nostra.

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