* El autor forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
En relación a la elaboración de orientaciones del Profesión de Educación de Pimiento, referidas a la realización de encuentros sobre educación no sexista en las escuelas, el próximo 19 de abril, se abre una puerta para repensar sobre la construcción de la masculinidad y el daño que ha generado en la sociedad chilena.
Esta Primera Caminata Franquista en dirección a una Educación No Sexista debe permitir suscitar instancias para tomar conciencia sobre estereotipos, discriminación y violencia de categoría.
Si correctamente se valora la realización de encuentros de este tipo en las escuelas, luego de múltiples casos de acoso y demasía sexual visibilizados por el movimiento feminista, se termina por descuidar políticas para desmontar lo que es y significa ser hombre.
Como correctamente ha planteado la antropóloga argentina Rita Segato, quien fuera invitada por el presidente Gabriel Boric para la toma de mando del 11 de marzo, la masculinidad hegemónica que se ha instalado históricamente por un sistema binario de categoría (hombre y mujer) y heteronormativo, tiene consecuencias fatales para los hombres igualmente.
De ahí que Segato plantee cómo los hombres hemos estado por siglos bajo un mandato de masculinidad, el cual al estar centrado en la competencia, la productividad, el autoritarismo, la verticalidad, la potencia, la conquista, la explotación, el dominio y la desavenencia, ha hecho que los hombres seamos muy infelices, al tener que regirnos por un ideal masculino inalcanzable en la actos.
En otras palabras, los hombres estamos insertos en múltiples presiones y exámenes de toda índole, que van desde el rendimiento sexual, alcanzar cargos importantes, tener éxito crematístico, ser más inteligente, ser el más divertido, cumplir metas deportivas, obtener gratitud común, responsabilizarse riesgos y aventajar los límites constantemente.
No es casualidad, por consiguiente, que los hombres vivan mucho menos que las mujeres y que la tasas de suicidio sean mucho más altas que ellas, quitándose la vida de modo mucho más violenta encima. Detrás de ello hay una historia de nulidad de lo emocional y del sufrimiento, el cual es resultado de este mandato de masculinidad.
Los casos de acoso, demasía y violación de parte de los hombres contra las mujeres por ejemplo, no guardan relación con el placer sexual y va mucho más allá de someter a las mujeres.
Lo mismo con el homicidio, en donde el hombre mata finalmente para sentirse más robusto, más poderoso y no mostrar así ningún tipo de vulnerabilidad o afición a otros hombres, frente a alguna amenaza que se le presente en el camino y que no es capaz de resolver de modo pacífica.
Ejemplos en la escuela de esa pobreza de aprobación de hombres con otros hombres son muchos, y van desde las burlas a compañeros, agresiones físicas para mostrarse más fuertes, humillaciones en manifiesto y, por supuesto, usar el cuerpo de las mujeres como un trofeo para mostrárselo al resto.
Es asegurar, los hombres usan a la mujer para demostrarles a los otros hombres su heterosexualidad y virilidad, independiente de que estén o no con ellas o sea verdad lo que digan, ya que lo que se manejo es de hacer creer al resto de que han estado con muchas de ellas y que responden al patrón de hombre alfa.
A modo de ejemplo, el caso del Casino Lastarria de Santiago al compartir fotos íntimas de mujeres a través de WhatsApp. Es un buen ejemplo de cómo el mandato de masculinidad se sigue perpetuando en las escuelas de Pimiento, por lo que es urgente trabajar la educación desde otro punto.
La alcaldesa de la comuna de Providencia, Evelyn Matthei, reaccionó desde el punitivismo y explicando lo sucedido desde lo individual, aludiendo que son personas con problemas psiquiátricos, por lo que no podrán estudiar en ningún colegio del municipio de modo presencial.
Por eso, que la alcaldesa Matthei al apelar a razones de seguridad y biomédicas, termina profundizando el problema de la violencia de categoría, sexual y la nulidad del otro, ya que cierra la posibilidad a que la escuela se ensenada al diálogo y a reflexionar sobre cómo esta masculinidad hegemónica, le daña y le destruye la vida a millones de mujeres y hombres.
Frente a esto, la escuela cumple un rol fundamental hoy en día para impulsar una convivencia escolar distinta, en lo que respecta a desmontar el mandato de masculinidad y reflejar masculinidades alternativas y antipatriarcales que cuestionen la idea de un solo tipo de hombre, ya que cada hombre debiera poder nominar independientemente cómo quiere serlo.
Hay la pobreza de pensar en los hombres de modo diversa, que no solo cuestionen estereotipos de categoría y compartan distintos roles con las mujeres, sino igualmente que se les permita conectarse con su entorno desde lo experiencial y emocional, dejando antes lógicas racionalistas que solo empobrecen y entristecen nuestras vidas.
Lo mismo con fomentar en los hombres que trabajen más desde el cuidado, la colaboración, el diversión sin competencia, el humor sin víctimas, el instruirse de los errores y el cuchichear del cuerpo y sexualidad independientemente, sin la presión falocéntrica que se nos ha instaurado históricamente, desmitificando igualmente la idea de que para ser más hombre hay que ser necesariamente heterosexual.
Sociólogo. Licenciado en Educación para el Exposición Sustentable. Magíster en Comunicación y Civilización Contemporánea con cursos de Doctorado en Estudios Sociales de América Latina. Profesional de la Municipalidad de Ñuñoa. Componente de Comité Sabio de Revista Iberoamérica Social. Director del Observatorio Plurinacional de Aguas.Perfil del autor
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