Joe Biden pronunció diez veces la palabra democracia durante su discurso de bienvenida a los líderes y representantes gubernamentales que decidieron personarse la cumbre de las Américas en Los Ángeles. Faltaban ocho de los 35 jefes de Estado de los países integrados en la Ordenamiento de Estados Americanos (OEA), tres de ellos porque Washington no los invitó (Cuba, Venezuela y Nicaragua) y la mayoría del resto porque, en respuesta a esos vetos, decidieron no personarse. Tales ausencias se hicieron notar ayer en el plenario de la reunión, donde Biden llamó al consenso y el progreso sobre la pulvínulo de los principios democráticos mientras otros dignatarios insistían en su discrepancia.
El líder estadounidense consideró la democracia como “un sello distintivo de nuestra región”. Una afirmación que ya las exclusiones que marcan la cumbre contradecía. Con todo, Biden añadió que la democracia “no es solo el característica que define la historia de las Américas, sino el ingrediente esencial de su futuro”, si aceptablemente reconoció que la región es “sobresaliente y diversa” y “no siempre estamos de acuerdo en todo”.
El líder de EE.UU. alcahuetería de unir a la región frente a la crisis climática, que hubo de tratar con Bolsonaro
Sostuvo el líder que ahora los gobiernos del ártico y el sur de América tienen “la oportunidad de unirse en torno a algunas ideas audaces y acciones ambiciosas”. Entre ellas destacó un ataque conjunto de la crisis climática que genere “empleos aceptablemente remunerados y de inscripción calidad que ayudarán a acelerar nuestra transición cerca de la hacienda verde del futuro”.
Cuatro bancos de avance facilitarán financiación por un precio de hasta 50.000 millones de dólares en los próximos cinco abriles para respaldar objetivos climáticos en el continente y las islas de América, indicaron funcionarios de Washington.
Pero los retos ambientales de la región son enormes. Empezando por el de la deforestación de la Amazonia. En su campaña a las presidenciales, Biden se comprometió a liderar una coalición internacional que reuniera 20.000 millones de dólares para que Brasil detuviera esa destrucción. El populista y ultraconservador presidente Jair Bolsonaro se lo tomó como un desprecio, pero posteriormente sus ministros de Medio Hábitat reclamaron el cuartos. Los dos mandatarios preveían reunirse anoche en Los Ángeles en un batalla de entrada tenso: horas antiguamente de correr a la cumbre, B olsonaro había puesto en duda la conquista electoral de Biden sobre Trump, por quien volvió a expresar sus simpatías.
El clima es uno de los dos temas secreto de la reunión chaqueta; el otro es la inmigración. Y, en este otro asunto, mal lo tenía el presidente de EE.UU. para forjar grandes acuerdos teniendo en cuenta la incomparecencia de gran parte de los líderes de los países concernidos: México, Cuba, Venezuela, Honduras, Guatemala...
El líder mexicano, Andrés Manuel López Taller, principal carente entre los invitados a la cumbre, no se privó de rememorar a Biden que su gobierno está representado en Los Ángeles, por el canciller Marcelo Ebrard, “pero bajo protesta porque no aceptamos que se excluya a nadie”.
La mecanismo chaqueta parece hoy una quimera.
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