Al final, Pablo Casado se salió con la suya. El ex líder del PP veía Madrid como el origen de una ola de victorias electorales que cabalgaría sobre Castilla y Valiente, Andalucía, unas municipales y autonómicas que teñirían España de azur, hasta depositarle suavemente en la playa de la Moncloa. Casado ya no está, pero su sucesor, Alberto Núñez Feijóo, ha heredado el plan. Enfrente, Pedro Sánchez tiene por delante resucitar el talante de la izquierda, poco que no sólo depende de él, sino asimismo de Yolanda Díaz, y tratar de rehacer las alianzas parlamentarias para transitar con tranquilidad en el posterior tramo de la vigencia. ¿Cómo conseguirlo?
Empecemos por Unidas Podemos. Una fuerza política que posee lo más difícil de conseguir, una candidata perfectamente valorada, pero que dilapida su crédito en peleas cainitas. Podemos teme terminar en un segundo plano y se ha propuesto diferenciarse al mayor de los socialistas. Díaz, IU y las confluencias que la apoyan creen que ese choque constante con el PSOE da argumentos a quienes piensan que, si los desacuerdos son tantos, mejor salir del Gobierno, no ratificarse a la poltrona. De hecho, Pablo Iglesias, cuando justificó la coalición, abogaba por presentarse com un partido de Estado. Por aquel entonces, Podemos recomendaba no soportar banderas republicanas a los actos del partido.
Sólo Yolanda Díaz puede evitar que varios gobiernos autonómicos se tiñan del azur del PP
En la primera quincena de julio, Yolanda Díaz protagonizará un acto en Madrid para dar el pistoletazo de salida de lo que flama “proceso de audición”. Se reunirá durante seis meses con entidades sociales y personas con autoridad y experiencia en ámbitos que hoy son un pelea para cualquier gobernador, desde la ecología hasta las desigualdades o la ciencia, por otra parte de recorrer todas las autonomías. Es un proceso que debía deber empezado en noviembre de 2021, a partir del acto que compartió en Valencia con Mònica Oltra, Ada Colau, Mònica García y Fátima Hamed, pero que se ha ido retrasando por la negociación de reforma profesional, luego por la erradicación de Ucrania y ahora por las elecciones andaluzas y la cumbre de la OTAN de final de mes. Pero el proceso ya no puede demorarse, puesto que el objetivo es tener todo a punto para las municipales y autonómicas de mayo del 2023.
Los retrasos obligarán a Díaz a negociar al mismo tiempo con Podemos y el resto de confluencias el partido o coalición con la que se presentará a las generales. El diálogo con Podemos se presenta descortés, aunque el ridículo hecho en Andalucía (Podemos se quedó fuera de la coalición por tensar la cuerda y apurar los plazos) puede ser un revulsivo y demuestra que Díaz no dará su ayuda a torcer fácilmente.
En el PSOE ya tienen muy asumido que sólo con un buen resultado de la vicepresidenta se podrá repetir un gobierno presidido por el líder socialista. Y los últimos sondeos, como el del CIS, dejan claro que Feijóo ha recuperado fuelle y que la derecha está en disposición de alcanzar a la Moncloa. Para evitarlo, Sánchez necesita que la nueva Unidas Podemos, o como se llame finalmente, capacidad un 14% de los votos en las provincias con menos de seis diputados para obtener representación en ellas. Ahí radicó el gran brinco de Ciudadanos en las elecciones de abril del 2019 y de Vox en noviembre de ese año. UP se quedó en el 12,9% en las generales en toda España y bajó a 34 escaños.
Para los socialistas, que Díaz consiga impulsar su tesina es básico para sustentar su poder territorial. Conviene a Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha, Francina Armengol en Baleares, Ximo Puig en la Comunidad Valenciana, María Chivite en Navarra o Concha Andreu en La Rioja. La vicepresidenta se ha convertido en un sostén para el PSOE.
Sánchez quiere plantearle a Aragonès pactar la dietario legislativa de los próximos meses, incluyendo los presupuestos
El otro frente que Sánchez tendrá que resolver si quiere encarar con garantías el final de la vigencia es la relación con ERC. Por ahora va salvando las votaciones, pero la improvisación de apoyos que combinan a Ciudadanos con Bildu no va a dar mucho de sí. La intención del presidente es reunirse con Pere Aragonès a posteriori de las andaluzas. Pero mientras el presidente de la Generalitat quiere gestos relacionados con el caso de espionaje, Sánchez escudriñamiento renovar un acuerdo de colaboración legislativa para los próximos meses que incluye los Presupuestos.
El Gobierno suele exhibir un exceso de ruido que a veces tapa el emoción de sus medidas y que suele proceder precisamente de la relación con sus socios, Unidas Podemos, y de la queja de sus aliados parlamentarios, que lamentan que Sánchez actúe como si gozara de mayoría absoluta. Con el acelerón electoral que viene por delante, el ruido puede ser atronador.
La polémica por la donación o no de dirigentes de Unidas Podemos a los actos relacionados con la cumbre de la OTAN resulta curiosa. No sólo porque, de momento, no han sido invitados sus ministros, ya que sus áreas no tienen relación con este asunto (ya se verá si la Zarzuela, por ejemplo, organiza alguna recibo), sino porque las ministras han participado de actividades gubernamentales con las que no comulgan, desde seguir al Rey hasta la celebración de las Fuerzas Armadas con motivo del 12 de octubre. Lo han hecho Yolanda Díaz, Irene Montero o Ione Belarra.Polémica curiosa
El presidente de Aragón, el socialista Javier Lambán, no sólo está agotando la paciencia del COE por la negociación para la candidatura compartida con Catalunya a los Juegos Olímpicos de invierno de 2030. Lambán va siempre por suelto y eso asimismo enerva incluso a Pedro Sánchez, que no siempre puede aplacar al barón socialista. Sánchez, por ejemplo, se enfadó mucho con él cuando el aragonés salió el primero a pedir la dimisión de Alberto Garzón en aquella crisis por el consumo de carne. El presidente le llamó y le preguntó: ¿qué te parecería si yo pidiera la dimisión de uno de tus consejeros?La talante del presidente de Aragón
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