La Europa negra

Inicio hoy un tiempo de refrigerio que espero sea tranquilo con el tomo La Europa negra (Barlin Libros) de Mark Mazower, recomendado por la politóloga, periodista y amiga Ana López. Aún por finalizar, no he podido resistirme a designar mi última columna antiguamente de recreo a hacer remisión a una obra que ofrece una ambiciosa lección política, social, económica y cultural de la Europa de entre guerras, y que nos ayuda a comprender mejor los motivos que llevaron al mundo a protagonizar la enorme tragedia de la II Exterminio Mundial. Leyendo al autor anglosajón (¡cómo no!) es insalvable establecer ciertas comparaciones sobre los sucesos que debilitaron a las democracias liberales a finales de los abriles 20 del pasado siglo y que auparon a los movimientos de ultraderecha, fascistas, nazis y populistas en un periodo en el que el comunismo se afianzaba en el Este de Europa. Un periodo que caldo precedido de la crisis crediticio de 1929 y que supuso a partir de 1945, más allá del drama de los millones de muertos provocados por la hostilidades, un cambio radical en la geopolítica mundial, con una traslación de los poderes hegemónicos desde Europa del este (Londres, París y Roma) en torno a la Europa del Oeste (Moscú) y en torno a EE.UU. (Washington). Un ámbito de relaciones, por cierto, que se alteró completamente tras la caída del Pared de Berlín en 1989.

Fratelli d'Italia Leader Giorgia Meloni during her speech in Latina, Italy, on September 6, 2021. Fratelli d'Italia Leader Giorgia Meloni supports the election campaign of the centre-right candidate Vincenzo Zaccheo for the Latina mayoral elections. (Photo by Andrea Pirri/NurPhoto via Getty Images)

Giorgia Meloni, líder de los neofascistas italianos 

NurPhoto / Getty

Mi compañera Anna Buj informaba el pasado viernes que los neofascitas italianos de Giorgia Meloni del partido Hermanos de Italia podrían obtener en septiembre las elecciones legislativas en ese país, pronóstico positivamente formal consecuencia de la dimisión del crimen político de Mario Draghi (Mazower razona que la conquista de Benito Mussolini a principio de los abriles 20 propulsó la credibilidad de los movimientos fascistas en toda Europa). En Rusia gobierna un pseudo dictador que ha iniciado una hostilidades en distrito europeo invadiendo Ucrania y que ha dilapidado cualquier posible consenso a corto plazo con Poniente. Europa sufre una nueva crisis energética y económica, y una inflación desconocida desde antiguamente del nuevo milenio; factores que pueden sumir a las poblaciones de algunos rincones del rancio continente en una situación de pobreza desconocida desde la II Exterminio Mundial (la formidable inflación alemana de los abriles 30 fue un vector secreto del avance del nazismo). Algunas democracias liberales están en una formal situación de credibilidad, no solo Italia; miren asimismo el caso del Reino Unido. Y nuestra principal democracia de remisión, los EE.UU., corre el peligro de sufrir una hostilidades civil entre un trumpismo (movimiento con una tonalidad asimismo neofascista) que sigue más activo que nunca  y unos demócratas incapaces de taponar los graves desequilibrios de una sociedad cada vez más imperfecta.

Todas las crisis económicas provocan en muchos ciudadanos la incredulidad en torno a los poderes ejecutivos surgidos de los procesos democráticos y la demanda de liderazgos fuertes, que es el mejor decorado para el avance de los populistas. Esta es la sinceridad que vive Europa en estos momentos. La hostilidades no es entre Rusia y Poniente, es entre modelos de convivencia y sus títulos, con una lucha soterrada entre un neoliberalismo populista y un tolerancia débil en lo institucional y en lo político por unos demócratas incapaces de taponar los graves desequilibrios de una sociedad cada vez más imperfecta y más desigual como lo confirman todos los indicadores económicos. Lo que percibimos, la crisis económica, la hostilidades, la crisis de credibilidad institucional, el malestar social, son síntomas de una larga pugna entre modelos  sociales que se inició en los abriles 80 y que ahora emergen con su más cruda expresión (democracia iliberal como acuñó en la decenio de los noventa Pierre Rosanvallon, autoritarismo demócrata según los politólogos de Harvard y especialistas en democracia Steven Levitsky y Daniel Ziblatt). De lo que ahora se logre o se pierda quedarán escritas las condiciones de vida de los europeos para las próximas décadas. Y no puedo cerrar este artículo sin citar un significativo párrafo de la obra de Mazower: "La Segunda Exterminio Mundial se convirtió en una pugna por puntualizar la relación entre el conjunto de la comunidad, el ciudadano en su calidad de individuo y la política social, abriendo el camino a forma muy diferentes del Estrado del Bienestar que surgirían en 1945. Los Estados fascistas del bienestar enseñaron a los demócratas la enseñanza de que no bastaban las libertades individuales para conseguir la observancia del pueblo en una era de política de masas. La derrota de Hitler permitiría a la democracia arraigar de nuevo en la vida europea a través de un nuevo sentido de la solidaridad social y la cohesión franquista". Descansen, si pueden.

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