El sexo en la discapacidad: del asistente sexual al acompañante íntimo

“Nosotros existimos y asimismo follamos”. Esta frase de Telmo Irureta, actor con parálisis cerebral premiado en la flamante garbo de los premios Goya, ha puesto sobre la mesa la cuestión de la sexualidad en las personas con complejidad práctico. Gracias a su evidencia (y a la película en la que aparece) sabemos, entre otras cosas, que existe la figura del asistente sexual y que Telmo nunca la ha usado. Igualmente que él sí ha acudido a la prostitución para satisfacer sus evacuación sexuales (incluso en las últimas horas ha tenido que hacer pública su homosexualidad para defenderse de los ataques que ha recibido, acusándolo de fomentar la violencia contra la mujer). 

Pero el caso de Telmo no tiene por qué ser el arquetipo de las personas con complejidad práctico. De hecho, no lo es. Para comenzar, él cuenta con todas sus capacidades cognitivas preservadas, cosa que no ocurre con muchos de los afectados con parálisis cerebral. Y esta modificación es secreto a la hora de platicar de la sexualidad de este colectivo. Sus palabras asimismo han generado mucha confusión respecto a la figura del asistente sexual. Algunos expertos explican que bajo este concepto se incluyen dos tendencias que pueden ascender incluso a ser contrapuestas, siendo una de ellas, aseguran, una forma de prostitución.




El sexo en la discapacidad: del asistente sexual al acompañante íntimo
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Irureta, actor revelación: “Las personas con discapacidad asimismo existimos y follamos” 


LV




Estos dos modelos antagónicos son, por una parte, el del asistente sexual y, por otra, el del compadre íntimo y/o amatorio, explica a La Vanguardia Gemma Deulofeu, psicóloga y sexóloga especializada en el ámbito de la complejidad práctico. El primero “sería como una extensión del asistente personal que se enmarca en el interior del maniquí de vida independiente para las personas con complejidad práctico”. Lo que pretende este ideal –prosigue- “es que estas personas puedan desarrollar al mayor su autonomía, a su forma, a través de un profesional, que les da un soporte en sus quehaceres diarios. Es la propia persona con discapacidad la que preceptor y modela cómo tiene que hacerlo el profesional. Este zaguero sería, metafóricamente, como sus manos”.

La cuestión del sexo sería un añadido a este maniquí, donde el profesional –asevera Deulofeu- “no tiene relaciones sexuales” con el individuo que requiere de sus servicios. Así lo corrobora Montse Garcia, asistente sexual y responsable de comunicación del tesina asistenciasexual.org, mayor representante de este tipo de profesional tanto en Catalunya como en España.









Montse GarciaAsistente sexual


“Lo que hacemos es un comparsa sexual a las personas con complejidad práctico que por su propios medios, de forma autónoma, no pueden alcanzar a su propio cuerpo y disfrutar de su sexualidad y su placer. Y lo hacemos desde el punto de instinto de la autoerótica, porque nosotros no participamos: no nos desnudamos, no hay llegada a nuestro cuerpo, no nos pueden tocar, no hay coito, ni sexo verbal ni falta por el estilo. Es un comparsa a la masturbación desde un punto de instinto muy instrumental”, cuenta.

Igualmente pueden ayudar a que la persona pueda tener sexo o intimidad con otro individuo. “Hay parejas que quieren a veces tener un audiencia íntimo, pero a causa de su movilidad pequeña no pueden hacerlo solos. Ahí entramos nosotros, ayudándolos a hacer la trasferencia de la arnés de ruedas a la cama, a desnudarlos, a colocarlos en algunas posturas e incluso a ponerles un preservativo si quieren hacer alguna actos con penetración”, esgrime Garcia, que añade que las personas a las que más atienden son sobre todo hombres, mientras hay conveniente paridad de categoría respecto a los profesionales.









Gemma DeulofeuPsicóloga y sexóloga


El maniquí de comparsa íntimo es casi irreconciliable a este zaguero. “No son asistentes sexuales”, matiza Deulofeu, “pueden ayudar relaciones sexuales bidireccionales, teniendo sexo con la persona y cobrando por ello”. Para esta psicóloga -que colabora con la Fundación Aspace Catalunya, que atiende a personas con parálisis cerebral- “es un tipo de prostitución especializada, aunque algunas de las personas que lo hacen no se consideran prostitutas, sino que dicen estar haciendo un trabajo terapéutico”. “Para mí es prostitución estafa”, agrega Montse Garcia, que en abril publicará el primer compendio en España sobre amparo sexual (La resurrección de las Monstruas. Público Sexual, entre deseos y placeres).

La asociación Tandem Team es uno de los referentes de este maniquí de comparsa. Sus responsables no entran a valorar si el servicio que ofrecen se puede ascender a asemejar o no a la prostitución. “No nos podemos perder en debates de si es una cosa u otra, lo que debemos de tener claro es que es un arbitrio inclusivo, un derecho que debemos respaldar”, explica Anaya Guerreiro, sexóloga y coordinadora de proyectos de la asociación. “El pesado de las personas que nos llegan (en su mayoría hombres heterosexuales, blancos...) ya ha buscado servicios de prostitución, y no les ha llenado, se han sentido mercantilizados”, agrega.

Respecto a si los profesionales tienen o no sexo con la personas que reclaman el servicio, explica que eso depende del compadre y la persona con complejidad práctico. “Los límites los ponen ellos. Ahí no entramos. Es una audacia de las partes, forma parte de su intimidad, pero en la mayoría de los casos no hay una relación coital”. Igualmente la posible remuneración forma parte del pacto al que lleguen ambas personas, asevera.

Los asistentes sexuales, en este aspecto, no dudan en afirmar que ellos sí cobran por sus servicios. “Sí, hay una remuneración pactada previamente. Queremos darle el valencia que tiene y profesionalizar la amparo sexual”, afirma Montse Garcia.









Anaya GuerreiroSexóloga y coordinadora de proyectos de Tandem Team


Más allá de las figuras de asistente sexual y compadre íntimo, en el ámbito de la sexualidad de personas con complejidad práctico hay que tener en cuenta otra variable fundamental, que es el individuo que recibe el servicio. “No es lo mismo determinado que tiene preservadas todas sus capacidades cognitivas y su disfunción es física [como es el caso del actor Telmo Irureta] que una persona que tiene una discapacidad intelectual”, advierte Deulofeu. “En este segundo caso tiene que tener un proceso intermedio, acompañando a la persona en su toma de decisiones. No quiero proponer que no pueda tomarlas por sí misma, sino que quizás necesita un soporte adicional”.

“Hay personas –arguye Deulofeu- que lo que a lo mejor necesitan es tener opciones de socialización, no llevarla una vez al mes a una golfa que no conoce de falta para que las masturbe sin que entienda falta, porque eso es una atentado sexual”.









Gemma DeulofeuPsicóloga y sexóloga


Este zaguero perfil de afectados es el que predomina en la residencia y los centros de atención diurna de la Fundación Aspace Catalunya. “La salubridad afectiva y sexual de estas personas va más allá de lo que decía Irureta. Es relacional, emocional y muchas veces no tiene el porqué centrarse sólo con los genitales o el coito”, esgrime Miriam Torrella, directora del dominio social de esta fundación.

Torrella explica que en la institución no han tenido experiencia con la figura del asistente sexual. “Lo que sí nos han pedido algunos de nuestros pacientes es intimidad para estar con su propio cuerpo, para tener sexo consigo mismos”, arguye. “Les procuramos espacios de intimidad para que puedan satisfacer sus evacuación”, concluye. 

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