“En el mundo hay cuatro clases de países. Los desarrollados, los que están en vías de crecimiento, Japón y Argentina”.
Esta división se atribuye al Nobel Simon Kuznets. Viene a sintentizar la historia económica argentina. Primero, porque de ser desarrollado a inicios del siglo pasado fue cayendo al segundo rama. Luego, porque no acaba de entenderse desde fuera como un país tan vasto, con tantos capital, se ahoga en crisis continuas. Al contrario de Japón, un punto en el mapamundi, escaso de capital, que es potencia entero. Entre lo irónico y lo triste.
La historia se encamina a repetirse. El país vive esta semana una crisis cambiaria: en dos semanas el peso se ha depreciado casi un 30% contra el dólar en el mercado paralelo. Y se profundiza la crisis financiera, con las reservas de su porción central (BCRA) al divisoria, sin capacidad de financiarse en el foráneo y buscando retener divisas a la desesperada con parches. Se ve preciso un contagio a la crematística productiva por la desliz de medidas de calado, de un plan a dadivoso plazo y por la nula disciplina fiscal, con déficits desde el 2009.
Cifras
En diez días la moneda se deprecia el 30% en el cambio con el dólar en el mercado paralelo
El problema de fondo, que arrastra al resto, es el descuadre fiscal. “Es lo que hay que hacer hoy. Primera, segunda y tercera prioridad. Con este Gobierno se han duplicado las pérdidas de las empresas públicas (2.000 a 4.000 millones de dólares), los subsidios a consumidores han pasado del 5% al 11% del presupuesto... Ahí se tienen que dirigir los cañones”, señala el economista Gabriel Zelpo. Normalmente si un estado gasta más de lo que ingresa puede tirar de deuda para cubrirlo o gestar más ingresos, por ejemplo impulsando las exportaciones.
Pero tras primaveras de errores, desconfianza, impagos y en medio de un plan con el FMI (Argentina le debe 44.000 millones), tiene cerrado el mercado de deuda internacional.
En la vía de las exportaciones, “el frente energético se ha convertido en un problema”, advierte Matías Bolis Wilson, economista superior de la patronal Cámara Argentina de Comercio y Servicios. Tras beneficiarse de la erradicación en Ucrania, sustituyendo sus exportaciones, en junio ha registrado adeudo comercial, porque la relación energética se ha disparado. Sale más plata del que entra. “Ha afectado suficiente el precio del gas natural licuado. Se importa suficiente (tiene, pero faltan inversiones para explotarlo) y el precio se ha multiplicado”, detalla Zelpo.

Cambio del PIB, la inflación y el tipo de cambio
Como única alternativa para tapar el agujero se ha gastado la de imprimir billetes. “Argentina financia su adeudo emitiendo moneda”, incide Alfredo Félix Blanco, economista y exdecano de la Universidad Franquista de Córdoba (Argentina). Hay que ir a la raíz: el pago notorio disparado. Resalta que de una media del 25%-27% del PIB entre 1983 y 2001 ha pasado a suponer más del 40%. Aquí se incluyen los planes sociales, ayudas a las capas sociales que han perfecto creando cierta dependencia y clientelismo político.
En superficie de ajustes, se ha inundado el mercado de billetes para financiarlo. Los economistas coinciden en que se ha emitido en exceso, impulsando la inflación. Hoy en el 64% interanual, cerrará el año sobre el 60%-80%, vaticina Bolis Wilson. Cifras que trastocan el día a día. “Se está desarmando el sistema de precios. Se da el caso de tiendas que ni los tienen fijados. Es uno de los grandes temores que se tiene”, apunta. “Se ha fracasado en moderar la inflación”, añade Blanco. Los sueldos no llegan en el súper, donde incluso hay restricciones y desliz de producto.

Un cartel con el tipo de cambio informal, en una tienda de Buenos Aires el 14 de julio
Aparejada va la depreciación del peso. Perdiendo valencia aceleradamente, no sirve para economía, así que los argentinos suelen convertir su hucha en dólares. Pero tienen acotado el golpe al cambio, con un tope de 200 dólares mensuales a un tipo con un recargo del 65% de entrada sobre el oficial. Así, acuden al mercado paralelo, con el que existe una brecha del 150% en la cotización (ver representación). La caída se está acelerando las últimas semanas por unas perspectivas grises y más concurrencia queriendo desprenderse de sus pesos. Cuanto más repunte, más problemas. “El dólar tiene mucha relato en Argentina, con mucha huella en los precios”, dice Zelpo.
Medidas
Buscando retener dólares, se limitan las importaciones, con el peligro de frenar las fábricas
La renuncia del ministro de Hacienda, Martín Guzmán, ha causado incertidumbre. Hombre del presidente Alberto Fernández, el puesto lo ha tomado Silvina Batakis, próxima a la expresidenta y hoy vice Cristina Fernández de Kirchner, en otra lucha interna de las corrientes del Ejecutor. “La desconfianza ya era previa. Ahora hay mucho ruido y desliz un plan integral. Es difícil que lo hagan por cómo se constituye el Gobierno”, expone Bolis Wilson.
Se echan en desliz medidas trascendentes. Y si hay que apuntalar el peso, cada vez hay menos ganancia. La estadística oficial refleja que el BCRA cuenta con reservas internacionales por 40.000 millones de dólares. Pero la número positivo es mucho beocio. Blanco le resta los fondos que tienen allí los bancos por los depósitos de sus clientes, un swap con China y otros compromisos. “Estamos cerca de no tener ausencia”, alerta. “El positivo se acerca a los 3.000-4.000 millones de dólares”, número Zelpo. Cantidad corta para salir a intervenir.

El presidente Fernández y la ministra Batakis, a inicios de mes
Para que no se escapen más dólares se está limitando la importación. “Pero las industriales son muy importantes para el funcionamiento de la actividad”, advierte Blanco. “Demarcar importaciones paraliza fábricas. Ya faltan insumos para el sector del motor, de maquinaria agroindustrial, de neumáticos, de plásticos...”, enumera Zelpo. Incluso ha faltado gasóleo recientemente. Por otro costado, se lanzan medidas que abren cotizaciones paralelas para conseguir billetes verdes. Por ejemplo, una para atraer a los turistas que cambian sus divisas en el mercado informal, las llamadas cuevas. Se quieren sus dólares. Incluso para exportadores, “que están haciendo acopio (como en la soja) a la prórroga de que el tipo oficial –al que tienen que traicionar porque lleva retenciones incluidas– suba”, dice Zelpo. “El FMI es hoy la única fuente de dólares frescos. Las medidas anunciadas no sirven”. Y si no se dibujan los números no se cumplirá con el Fondo, sigue. Batakis ha viajado a Washington este fin de semana para reunirse con la entidad.
El panorama es sombrío. “Hay un problema de calidad institucional importante. Es un daño autoinfligido”, cree Bolis Wilson. Argentina sigue siendo Argentina. Japón, un sueño.
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